Encierro de espejo frente a espejo

Dudar de la sanidad, ya sea personal o extra-personal, es una de las cosas más sanas que pueden ocurrir durante la cuarentena del 2020. Hacerlo, nos enfrenta con nosotres mismes; nos miramos a los mismos ojos que nos miran, y podemos tener acceso a conocimiento e información nuestra que puede ayudar a entender y vivir las facetas del encierro.

La imagen superior presenta tres aspectos del encierro: la cárcel, la escuela y el hospital.

Las formas de encierro pueden variar, las modificaciones de estos lugares contenedores crecen como ramas de árboles inquietos, y eso se refleja en nosotres, nos reconfigura. La cárcel ahora, para mí, es la casa, que no solo involucra mis cuatro paredes en un barrio, sino que se extiende al cielo, la ciudad, y demás territorios circundantes. La escuela, el lugar o lugares donde recibes información formativa, ha creado un ambiente de opresión de datos que saturan nuestra mente y nuestro cuerpo, y, por tanto, nuestra personalidad y comportamiento. El hospital parece ser un sitio que puede aparecer en cualquier lugar, y que corresponde a las metamorfosis del espacio; en casa puede haber un hospital, en la cárcel, en el patio, en la calle, etc., y puede sugerirse desde el mundo digital.

El encierro actual se percibe como uno de espejo frente a espejo; hay un sentido cíclico, de periodo de actos, patrones, sentimientos que fluyen repetidamente, multiplicándose, adoptando la imagen de un virus, de un contagio. Vale preguntarnos qué otros virus, de cualquier otro tipo, nos mantienen en este encierro que solo se prolonga abominablemente.

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