El bodegón como método para recuperar el aura

Ensayo del 2018

El bodegón, también llamado naturaleza muerta, se define como una obra artística que presenta diversos objetos puestos en un espacio determinado. Existe desde antes de que el artista se volviera independiente, mas se limitaba a significados religiosos. Así que voy referirme a él desde finales del siglo XIX, al terminar la Revolución Industrial, hasta la época actual.

Con avances tecnológicos como la fotografía, los artistas comenzaron a preocuparse por mostrar de manera más apegada a la realidad lo que eran las escenas de la vida cotidiana; mas gracias a los primeros, ésta también estaba cambiando. Ya no había tantos campesinos y paisajes rurales siendo representados, pues mucha gente había migrado ya a la ciudad y trabajaba ahora con maquinaria que se encargaba de reproducir de manera mecánica un sinfín de artículos a disposición de cualquiera que tuviera el capital suficiente para obtenerlos.

Tomando ésta perspectiva donde tener dinero es equivalente a poderío, no veo mejor manera de demostrar supremacía que por medio de la acumulación de bienes. Siendo así, señalo también el surgimiento de nuevas clases sociales  que ya no son pobres pero tampoco adineradas y las cuales trabajarán arduamente para obtenerlos; en palabras de Taylor, J. S. (1994): “vemos que las familias están deseosas de gastar dinero, pero no demasiado”; esto ocasionará un creciente y constante estrés y tensión  que se verán reflejados en bodegones como los de Adolphe Braun. Sus obras ya no muestran únicamente frutas, sino que ahora se les añaden animales obtenidos en cacerías, objetos de uso común (vasos, platos, cubiertos) con una discreta exhibición de lujo y uno que otro excedente (instrumentos musicales, por ejemplo), además de telas que guardaban relación con su oficio en la industria textil, fruto de la revolución.

De ahí el bodegón continuó evolucionando al impresionismo y postimpresionismo que recuerdan la posibilidad de modificar un registro de acuerdo con las preferencias del autor, alejándose del apego a la realidad y aportando la perspectiva subjetiva. Dieron como resultado vanguardias como el cubismo y el dadaísmo. Fue en ésta última donde personas como Marcel Duchamp se dedicaron a intentar encontrar lugares y objetos que les resultaran banales para utilizarlos en sus ready-mades, proceso que culminó en la presentación de obras como urinarios, terrenos baldíos, edificios y cafeteras que con el paso del tiempo se fueron llenando del significado que los espectadores les dieran y también dando paso a pensar en los bodegones como la exposición del o los objetos en sí, ya no únicamente como pintura o fotografía.

Antes de llegar al arte contemporáneo considero importante mencionar al expresionismo abstracto, sobre todo al artista Jackson Pollock que, siguiendo ésta línea dadaísta de consideraciones sobre la dificultad de encontrar algo casi carente de significado para el humano y cubista de deshacerse del entendimiento visual de una imagen, comienza a denotar la reflexión de un objeto como un resultado de múltiples factores en vez de una imagen particular o un ser inanimado apartado, pues estos fueron creados para resolver uno o más problemas de la sociedad y han evolucionado con ella; sin detenerse solo en eso su contexto, pues el ser humano tiende inevitablemente a relacionarlo con diversos sucesos posteriores a obtenerlos.

Entonces, como breve resumen, hemos llegado al punto en el que conocemos que un objeto es “la resultante final de un proceso” (Grinberg, J. 1994), varios objetos presentados en un espacio pueden constituir un bodegón y éste tema ya no es exclusivo de la pintura y la fotografía.

Fue en el Arte Pop, con Andy Warhol, donde todos estos puntos convergen al presentarse las cajas brillo, objeto común en todas las casas y tiendas del momento al punto de que se pasan por alto las cantidades que se producían de éste detergente y que señalaban lo mucho que el consumismo había avanzado.

Se tarda menos de dos décadas para que lleguemos al arte conceptual, que afirma la importancia del pensamiento detrás de la obra por sobre la de ésta misma y en el transcurso del siglo XX al XXI el uso de las computadoras comienza a ser más y más relevante, al igual que los programas de edición para fotos que van surgiendo para ellas, dando pie a que obras como las de Ralph Goings, de naturalezas muertas compuestas de elementos que se encuentran en las mesas de los restaurantes, evolucionen  a un fotorrealismo meramente digital y fácilmente confundible por la realidad.

Regreso nuevamente a intentar definir el arte principalmente como una actividad y la obra como su resultado, pero ésta vez para relacionarlo con lo que es la documentación de Boris Groys y su búsqueda de la biopolítica

La documentación no es arte, sino lo que hace referencia a él por medio de reportes de evidencia, que bien pueden ser las obras, así como los bodegones no están compuestos de sucesos históricos, pero los objetos que contienen nos remontan a ellos, es decir, a la urbanización, la Revolución Industrial, las Guerras Mundiales, el consumismo, las vanguardias, la creación de ordenadores, el crecimiento de las cadenas de comida rápida y demás ya mencionados. El hecho de continuar presentándolos hoy en día es lo mismo que “alargar la vida” de esos eventos, a ésta acción es a lo que se refieren con biopolítica.

Puede darse el caso donde la inquietud de que al modificar un registro y distanciarlo de lo real pierda o afecte su valor como evidencia, sin embargo la ficción es también un resultado de las experiencias auténticas de los autores. Por dar un ejemplo, propongo las fotografías de Fontcuberta, donde crea especímenes inexistentes, por no decir imposibles, de plantas y animales como resultado del asombro que se tenía anteriormente por los descubrimientos que se estaban haciendo sobre la modificación genética y la selección artificial.

Ahora bien, hablaré del aura que, según Benjamín, W. (2003) es lo valioso de una obra, aquello que indica qué sucedió en un lugar y momento determinados, aportándole una sensación de lejanía y que se perdió al inventarse instrumentos de reproducción mecánica como la fotografía. Si tomamos la definición de autenticidad que éste autor nos presenta como lo que se compone del aquí y el ahora, la obra de arte carece ya de éste elemento y por lo tanto no debería ser considerado como tal. Sin embargo, nos dice también que existe una manera de devolverle éstas cualidades y es por medio de la politización, es decir, el mantener en la superficie los sucesos históricos que le dieron origen y singularidad  y que únicamente se pueden recuperar por medio de la documentación, para darle un lugar histórico en nuestra actual línea de tiempo.

En conclusión, considero importante el uso de los bodegones como método de recuperación del aura e investigación, pues básicamente se componen de objetos que en su instante respondieron a las necesidades de la gente o reflejaron sus vivencias, dotándolos de una carga histórica grande.

Referencias

Figueroba, A. y Fernández M. T. Historia del arte. 2° de bachillerato. Editorial McGraw-Hill

Grinberg, J. (1994) La imagen visual como proceso. Luna Córnea Número 5 (pp.43-46) Distrito Federal, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Groys, B. (2013) Antología. Recuperado de: http://www.esay.edu.mx/wp/investigacion/publicaciones/

Medina, C. (1994) Prototipos y últimos modelos. Blossfeldt y Fontcuberta. Luna Córnea Número 5 (pp.47-54) Distrito Federal, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Mendoza, L. (2013) Historia del arte. Distrito Federal, México: Editorial Trillas.

Munari, B (2004) ¿Cómo nacen los objetos? Barcelona, España: Editorial Gustavo Gill.

Taylor, J. S. (1994) La fotografía de la naturaleza muerta a principios de los tiempos modernos. Luna Córnea Número 5 (pp.27-34) Distrito Federal, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Walter, B. (2003) La obra de arte en su época de reproductibilidad técnica. Distrito Federal, México: Editorial Itaca.

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